La sequía histórica y sus consecuencias quedaron atrás, pero otros problemas nuevos y no tanto generan rispideces en el principal sector productivo del país.
El agro en Uruguay viene acumulado diversos motivos de disgusto o reclamo con el presente para los negocios y las exportaciones, factores que perjudican directamente la actividad. En un año electoral y el último de la actual gestión de gobierno, ¿cuáles son los motivos de malestar que son clave en la configuración de la relación con uno de los sectores más importantes de la economía nacional?
Tras una sequía histórica que generó importantes daños al agro, el 2024 ya acumula varios motivos nuevos —aunque, en realidad, nada novedosos— que generan rispideces con el principal sector de exportación del país. Algunos tienen relación directa con el accionar del gobierno y otros escapan de las posibilidades de intervención de las autoridades; e, incluso, también se niegan a tomar medidas al respecto.
Inserción internacional y un pendiente de la gestión
Si bien se han logrado algunos acuerdos interesantes para los productos uruguayos en el exterior —como, por ejemplo, la reciente habilitación de exportación de carne con hueso a Israel—, lo cierto es que el gobierno tiene una deuda importante en materia de acuerdos internacionales de peso.
Mientras sigue la espera por la aprobación al ingreso de Uruguay al Acuerdo Transpacífico (Cptpp), sin grandes novedades desde China y a la vez que el Poder Ejecutivo insiste, desde diferentes posiciones, por una mayor flexibilidad del bloque regional; el acuerdo Mercosur – Unión Europea (UE) deja la sensación de fracaso más fresca.
Si bien el gobierno no tiene responsabilidad directa —de hecho, fue uno de los países que más insistió en su firma desde el sur—, sigue siendo un malestar en el contexto de pocos logros al respecto. Sobre todo para el agro, al que se le abrían importantes vías de negocio en Europa e interesantes oportunidades arancelarias.
En este sentido, el presidente de la Unión de Exportadores de Uruguay (UEU), Facundo Márquez, reflotó el descontento ante la visita del mandatario francés Emmanuel Macron a su par brasileño Luiz Inácio Lula da Silva; los dos líderes que más trabas pusieron desde sus respectivos bloques para la culminación de 25 años de negociación.
“Bloquean el acuerdo Mercosur – UE, primero uno y luego el otro. Y unos días después, son los mejores amigos. No es fácil para Uruguay, que necesita urgentemente concretar acuerdos, ver esto con la ñata contra el vidrio”, criticó Márquez a través de las redes sociales, a partir de un intercambio en X —antes Twitter— entre ambos presidentes.
El atraso cambiario y la pérdida de competitividad
El atraso cambiario es una preocupación del agro desde el 2022, cuando el dólar perdió un 10,35% de su valor de “punta a punta”, y continuó durante el 2023 con el retroceso adicional del 2,62%. Ahora, durante lo que va de este año, vuelve a ser un tema de agenda clave para el sector debido a la pérdida de competitividad consecuente, que ya lleva 25 meses consecutivos de profundización en términos interanuales.
En ese sentido, y ante la realidad de que la divisa estadounidense cayó cuatro de los últimos cinco meses —marzo cerró con una cotización de 37,552 pesos y una caída del 3,83%—, el malestar de los productores y exportadores crece en sentido inverso al tipo de cambio. Al respecto, la Federación Rural (FR) reclamó un dólar a 58 pesos, más de 20 pesos por encima del valor actual.
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